Tan brillante y agresivo que le resbala todo

No se trata de una agencia de noticias, aunque se le conoce por efe. El dorsal número 9 de la tabla periódica es el más pequeño de la familia de los halógenos (sí, esos mismos gases que llenaban las bombillas de los focos), llamados así por su extraordinaria capacidad de formar sales (halos en griego). El flúor fue hallado en 1670 por el vidriero alemán Enrique Schwandhard cuando trabajaba con un mineral de vistosos colores, llamado fluorita. Resulta que cuando este mineral se acidifica con ácidos fuertes desprende un gas amarillo verdoso, tan feroz y corrosivo con todo lo que le rodea, que hasta llegó a desgastar los cristales de las gafas de su descubridor cuando éste se acercó a olerlo (no sabemos si en aquel descuidado intento también se quemó las barbas o el bigote).

Sí, efectivamente, se trata del mismo flúor de los dentífricos, pero tranquilos, que en la pasta de dientes este elemento no es tan nocivo y peligroso, porque se encuentra unido a otros elementos que lo apaciguan, con lo que se consigue frenar la caries dental y ayudar a la mineralización de nuestros dientes.

Pero es que este elemento también ha bautizado a una de las propiedades más asombrosas, que brillan por sí solas, y es que, cuando a algunas moléculas que portan flúor se las ilumina con una luz tenue, resplandecen en la oscuridad ofreciendo magníficos colores. Estos materiales fluorescentes, además de brillar en todas las fiestas cuando están presentes en camisetas y calzado deportivo, son también muy útiles para detectar billetes falsos. Los biólogos moleculares, por ejemplo, los usamos para diferenciar las células que se han manipulado genéticamente, o de aquellas que portan determinados marcadores etiquetados mediante anticuerpos fluorescentes.

El nombre de flúor resulta curioso, porque proviene de su capacidad de “fluir” (fluere en latín), cual noble y manso río... Nada más lejos de la realidad, y es que el flúor, además de taladrar el vidrio, se lleva muy mal con casi todos los compuestos que contienen hidrógeno: como el agua, el amoníaco y casi todos los compuestos orgánicos; con los que reacciona violentamente y en ocasiones de forma explosiva.

Pero sin duda, lo más asombroso de este elemento, capaz de reaccionar casi con cualquier cosa, es que si a una molécula orgánica, llamada polietileno, le reemplazamos todos sus átomos de hidrógeno por flúor resulta un compuesto impermeable, flexible, que no conduce la electricidad y es prácticamente inerte, ya que no reacciona con nada. Literalmente, a este nuevo material, de reducido coeficiente de resistencia, parece que le resbala todo. Lo puedes calentar hasta 270ºC o enfriar hasta casi el cero absoluto (-270ºC) y ni se entera.  Así que recuerda, la próxima vez que se te pegue la tortilla en la sartén, no se te ocurra ponerle pasta de dientes. Es cosa del resbaladizo teflón…

Por José M. Pérez de la Lastra.

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Flúor