Química para limpiar el agua

Los investigadores del IPNA estudian nuevas moléculas que permitan reducir la contaminación y evitar la acumulación de más plásticos. 

A todo el mundo le gusta ver el agua cristalina. Nos sobrecoge la belleza de aquellos mares en los que se puede apreciar el fondo marino de un simple vistazo. Para la mayoría de civilizaciones, el agua siempre ha sido símbolo de pureza y abundancia. Pero la importancia del agua no reside únicamente en su lado estético o espiritual: Los océanos, lagos y ríos cubren tres cuartas partes de la superficie de nuestro planeta, son fuente de vida, modelan el paisaje y regulan el clima. Desgraciadamente, desde hace décadas nuestros mares y ríos han ido sufriendo una progresiva contaminación que ha puesto en peligro uno de nuestros mayores recursos naturales. 
Ese daño medioambiental entraña no solamente un perjuicio económico y turístico, sino que amenaza la supervivencia de muchas especies, y aún más importante, la ausencia de agua limpia provoca condiciones insalubres y la muerte de más de 800 niños al día por enfermedades asociadas a la falta de higiene. En pos de lograr que en 2030 las aguas estén completamente limpias, como manda el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, es necesario repensar la gestión de nuestras ciudades y comunidades para hacerlas más sostenibles y así preservar el bien que cubre tres cuartas partes de la superficie del planeta: el agua. Y ante tal desafío, la química puede tener una respuesta que revierta esta situación. 
“Los mares sufren dos problemas principales debidos a nuestra forma de vivir”, explica el investigador del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA), Romen Carrillo. “En primer lugar, un excesivo vertido de compuestos químicos manufacturados, como los pesticidas o los fármacos. “Actualmente, más del 80 % de las aguas residuales se vierten en ríos y mares sin someterlas a ningún tratamiento, algo que evidentemente hay que solucionar. “En segundo lugar, la acumulación de plásticos en los océanos”.
En el departamento de Ciencias Moleculares del IPNA se diseñan y construyen nuevos materiales capaces de hacer frente a ambas situaciones. Estos materiales logran retener y apartar del medio ambiente compuestos nocivos y contaminantes, y una vez han realizado su función, se degradan muy fácilmente, lo que evita que se acumulen en el entorno.
Pero la cosa no queda ahí, porque la misma degradación de estos materiales genera los compuestos que se necesitan para reconstruirlos de nuevo. Se trata de una solución, por tanto, “ideal para una sociedad que busca cada vez más la economía circular con el menor impacto posible”, afirma el investigador Romen Carillo, que además destaca las bondades de este producto, dado que no genera residuos por lo que tampoco “hay que eliminarlo o acumularlo en los basureros”. 
Con un poco de conciencia por parte de todos y con la ayuda de investigaciones científicas como las que se llevan a cabo en el IPNA, volveremos a disfrutar de aguas limpias en un futuro cercano.

  

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